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Recorriendo la Alpujarra

Río Mulhacen

Río Mulhacen

Río Mulhacén

La Alpujarra ha heredado una extensa red de comunicaciones pecuarias. La maraña de veredas que la atraviesan en todas las direcciones se fueron creando con el paso del tiempo para desplazarse y así ir aprovechando los distintos recursos que ofrece la naturaleza; entretanto se desarrollaba en esta comarca la actividad agrícola, ganadera, minera, hídrica, con el consiguiente intercambio de productos y la comunicación entre pueblos y cortijos, etc. Y así actualmente nos encontramos sendas que van entrelazándose entre cualquier núcleo de población.

Además esta zona cuenta con unas características especiales que invita a recorrerla a pié, como:

Atardecer en la Alpujarra

Atardecer en la Alpujarra

El Clima

La climatología es benigna generalmente. Si no subimos a las altas cumbres de Sierra Nevada, o por el contrario andamos bajo el sol de mediodía en verano en sus zonas más meridionales, las temperaturas son suaves. Un calzado adecuado y una ropa cómoda serán suficientes. Las distintas estaciones influyen sobre la vegetación, la agricultura y especialmente sobre la apreciación del paisaje. Por eso es hermoso realizar un mismo sendero en las distintas épocas del año. La Alpujarra es nombrada por sus colores de otoño, sus luces de invierno y sus grandes contrastes.

Su valor paisajístico

Su flora de extraordinaria importancia, su tradición agrícola, su fauna de gran diversidad. Su enorme variedad y complejidad.

Finca en primavera

Finca en primavera

La Alpujarra, al ser tan montañosa y con un amplio patrimonio cultural, cuenta con unas posibilidades exquisitas para el senderismo. Podemos ir recorriendo sus numerosas veredas en busca de ese paisaje, esa tranquilidad, esa forma de vida y, por qué no, ese descubrimiento personal.

Hemos trazado en esta página distintos senderos que atraviesan la Alpujarra, cruzan profundos barrancos llenos de castaños, fresnos y ríos trucheros, pasan por eras, antiguos molinos y mezquitas, recorren veredas empedradas y caminos reales.
Proponemos realizar los senderos sin reparar en el tiempo, sin aferrarse a los que aquí mencionamos (realizado de forma cronométrica), sino más tranquilamente, y así ir sintiendo y descubriendo personalmente los rincones de esta zona. De esta forma damos pié a poder conocer y apreciar las labores agrarias, artesanales y folclóricas. Para algunos primarias, para otros ya olvidadas y para otros desconocidas.

Se invita, en resumidas cuentas, a que la visita por la Alpujarra no sea únicamente un viaje en coche, del que se sale solo para ir al restaurante; sino a pasear con el placer añadido de poder apreciar los rincones naturales y rurales que nos ofrece esta comarca.
Con esta dedicación se consigue una mayor percepción de la Alpujarra, tomando conciencia de los problemas rurales existentes. Se conoce y, en definitiva se valora todo este conjunto de tradiciones heredadas y conservadas aún durante tantos siglos.

Corriente de la sima del Tejar

Corriente de la sima del Tejar

El Agua

El agua es el elemento que va sorprendiendo a lo largo de los distintos sendero. La escasez de lluvia – el sol brilla más de 250 días al año- se compensa con los regalos que ofrece Sierra Nevada a esta vertiente sur: un pantano de nieve que riega constantemente y una altitud que hace sentir frescas las brisas veraniegas. Esto nos lo muestra Washington Irving en sus «Cuentos de la Alhambra»: «Este es el aéreo tesoro de nieve que, derritiéndose en proporción con el aumento de temperatura del estío, deja correr arroyos y riachuelos por todos los valles y gargantas de las Alpujarras, difundiendo vegetación, fertilidad y hermosa verdura de esmeralda por una prolongada cadena de numerosos y encantadores valles».

Una de las costumbres que se están perdiendo en el deshielo son «los careos». Se trata de una forma de aprovechar las aguas que descienden por el río para alimentar a los acuíferos. Las acequias de careos se cargan de agua en los tramos altos de los ríos para soltarla después en las laderas de la sierra, ayudando a su filtración. Gracias a estos careos y a las filtraciones del resto de las acequias, los numerosos pequeños manantiales que existen, no se secan durante el verano. Aunque ya no ocurre así porque progresivamente se va abandonando la agricultura y estos sistemas de riego.

Fue en el máximo esplendor de la época musulmana, en los siglos XIV Y XV, cuando se desarrolló un intrincado sistema de canalización y acequias. Su procedencia de tierras desérticas le hicieron valorar y aprovechar ingeniosamente el agua. Este sistema de riego iba acompañado con un abancalamiento del terreno.

Una de las aguas que destacan y que se verán en algunos itinerarios son las conocidas popularmente como aguas agrias. Aquí se mencionan cinco pueblos que cuentan con esas fuentes ferruginosas típicas en la Alpujarra.

De sus propiedades ya nos hablaba José Guglieri, en su libro «Los Alpes alpujarreños» (1.946) defendiendo que «Con las aguas agrias del Chorreón, el jamón de Trevélez y el aire puro de la Sierra pueden estar seguros los anémicos, cloróticos, débiles, convalecientes, etc., etc., que sus males habrán de desaparecer forzosamente». Podemos afirmar que el beneficio será aún mayor, si a este baño de salud le acompaña un paseo por algún rincón de los senderos que recorren la Alpujarra.

Así, además podemos ir conociendo de cerca la vida rural alpujarreña, sus costumbres, tradiciones, arquitectura, agricultura; y disfrutar de ese entorno natural, de ese impresionante paisaje, pintoresco, variado y lleno de colores.


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